Dominación financiera (Findom): cuando el poder se convierte en placer

“Págame por existir.”

Esta frase resume una de las fantasías más intrigantes —y más incomprendidas— del erotismo contemporáneo: la dominación financiera, también conocida como findom.

En este juego, una persona —habitualmente una “dominatrix” o femdom— recibe dinero, regalos o transferencias de quien se somete a su poder.
A cambio, no siempre hay contacto físico ni sexo explícito. Lo que se intercambia es energía, control y deseo.

No se trata del dinero, sino del poder

El findom no va realmente sobre dinero, sino sobre poder y vulnerabilidad.
El dinero se transforma en símbolo de entrega: quien paga, cede su control, su autonomía y, a veces, su identidad. En esa rendición encuentra una forma de liberación emocional.

Para muchas personas, es una manera de escapar del rol de control permanente. En la vida cotidiana deciden, dirigen, sostienen. En el juego erótico, pueden dejar de hacerlo. El placer no está en perder dinero, sino en no tener que sostenerlo todo.

Dominar también es una forma de ser visto

Quien domina no solo experimenta poder: siente reconocimiento y deseo.
Ser admirada, temida o respetada despierta una respuesta emocional profunda.
Bajo esa fuerza, a menudo hay una necesidad silenciosa: sentirse valiosa y vista.

En la sexualidad, los polos opuestos no se atraen por azar.
Se equilibran emocionalmente. La sumisión y el control son espejos que se reflejan.

Entre el juego y la herida

El findom puede ser una práctica erótica segura y consensuada, un espacio para explorar límites, roles y deseo.

Pero cuando se convierte en una necesidad para sentirse querido o válido, puede revelar heridas de autoestima o dependencia emocional.

Fuera del juego, algunas personas repiten ese patrón: ceden su poder para recibir amor.
Y ahí el erotismo deja de ser juego para convertirse en espejo.

La entrega como lenguaje del deseo

El findom nos enfrenta a una verdad incómoda: todos, en algún grado, deseamos entregar o dominarser vistos o reconocidos.

El morbo no está en el dinero, sino en lo que simboliza: riesgo, abandono, vulnerabilidad, placer.
A veces, el cuerpo dice lo que la mente calla: “quiero dejar de ser fuerte todo el tiempo”.

Si esto te despierta curiosidad o conflicto…

No se trata de juzgar el deseo, sino de comprenderlo.
Explorar qué representa —rendición, validación, control— puede ser una oportunidad de autoconocimiento.

En terapia sexual y de pareja, trabajamos para que puedas vivir tu deseo con seguridad, sin culpa y sin perderte en él. Porque el poder más erótico no es el que entregas… sino el que recuperas cuando te conoces.

Es una práctica erótica donde una persona cede dinero o recursos a otra como símbolo de sumisión y entrega emocional. Se basa en el intercambio de poder, no en el dinero en sí.

 

No necesariamente. En la mayoría de los casos, el intercambio es psicológico o simbólico: control, obediencia o reconocimiento.

 

Porque permite liberar emociones reprimidas y explorar dinámicas de poder y vulnerabilidad en un entorno controlado y consensuado.

 

Sí, siempre que haya consentimiento, límites claros y comunicación. En contextos terapéuticos o sexuales conscientes, puede ser una vía de autoconocimiento.

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